Empecé a dibujar esta receta hace más de un mes y se ha convertido en el post más personal que hasta ahora he preparado para Cartoon Cooking. También por eso ha necesitado esperar tanto. Y la historia que hay tras las nubes de zumo de naranja necesita ser contada, llenar de color lo que toque y romperse en estrellitas doradas, hasta desaparecer. Como el hechizo de Cenicienta, al tocar las 12.
Mi cuento comenzó con una zapatilla y con un par de manos que encontraron la otra. Manos maravillosas.
Sin más: me enamoré de un chico. Uno al que le chiflan las naranjas.
De ahí el cheesecake supernaranjístico. De ahí y de un domingo de julio, que sólo puedo recordar como felicidad. Ese domingo se convirtió en dibujos. No conseguí terminarlos, ni conseguiré dejar de sonreírles.
Mi chico de las naranjas y yo empezamos nuestro cuento sujetándonos las manos y levantando el suelo, lanzando pies desenfrenados, siendo uno, sin siquiera saber nuestros nombres. Hoy lo terminamos: sujetándonos las manos, levantando el suelo y lanzando más aún nuestros pies desenfrenados, siendo uno.. olvidando nuestros nombres. Mañana hemos decidido comenzar un cuento nuevo. Dieron las 12. Y aquí quedan tantas naranjas..
Y tan pocas manos.
Me quedo con este momento, pero pisando en el siguiente. Pisando no, dando pasos.
Los brincos, los volveré a dar también - sólo hay que volver a atar bien las zapatillas, para que no se vuelva a perder ninguna. Aunque me parece que nosotras, las Encantadas, no aprendemos a ser de otra manera, ni a evitar los hechizos. Ni queremos aprenderlo.
Por eso hay mañanas, en que el desayuno puede parecer una galleta de los sollozos.
Así que os dedico esta receta y lo que significó. A todos los que alguna vez habéis sentido lo mismo, a los que habéis sujetado las manos de alguien en vuestro propio cuento y a los que las habéis tenido que soltar. Cuando el desayuno se queda sin más sabor que el de los recuerdos, quizás sea cuestión de decidir que deje de saber así, y punto. La mayoría de las veces, se puede. Decidir lamentar - o decidir no hacerlo. Mirarse en el reflejo del cristal, sacarle la lengua, sacar los dientes - y ya está la sonrisa. No la más bella, pero bueno. Todo se aprende. Hasta la alegría se aprende, amigos cartoonitos. Es cosa de práctica. Es la única rutina que tengo, después de la de lavarme los dientes nada más despertarme. Y os la aconsejo, con todo mi cariño ..y con un poco de zumo de naranja.
Vivir es fácil - también con los ojos abiertos.
White Chocolate And OrangaZmic Cheesecake
(o bien, super tarta de queso de chocolate blanco y naranja)
400 gr de queso cremoso - tipo Philadelphia
50 gr de nata agria (crème fraiche)
200 gr de azúcar
300 gr de nata líquida para montar
180 gr de chocolate blanco
3 huevos
2 naranjas (el zumo de las 2, la ralladura de 1)
150 gr de harina
1/2 cucharadita (de té) de levadura
+ confitura de naranja d u l c e (la podéis preparar en un pis-pás, pero si os da pereza hacerla, podéis usar alguna mermelada rica de albaricoque, por ejemplo)
+ un molde de 22 ó 23 cm de diámetro: a mi los amigos de Lékué me regalaron un pequeño-gran gustazo, así que presumo de molde chuli rojo y no-pegadizo:)
Precalentar el horno a 170ºC
1. Calentar los 300 gr de nata a fuego suave, con cuidado de que no hierva y que no se empiece a pegar al fondo. Cuando esté caliente, apartar del fuego e incorporar el chocolate blanco troceado (un trocito más, un trocito menos..nadie se va a dar cuenta:) Remover hasta que se haya fundido bien el chocolate. Podéis volver a ponerlo un poquito al fuego, pero ojo - removiendo todo el tiempo, para que no se pegue el chocolate, que si no tocará repetir!
Dejar que se vaya enfriando.
2. Mezclar bien el azúcar, el queso, la crème fraiche y la ralladura de una naranja. Añadir el zumo de las dos naranjas. Remover.
3. Batir un poquito los huevos (un poquito nada más) y añadirlos a la mezcla anterior.
4. Añadir la mezcla de nata y chocolate, una vez se haya enfirado. Rebañar con dedito pulgar (superimportante, si no no sale..:o).
5. Añadir la harina tamizada, poco a poco, removiendo hasta que se incorpore bien.
6. Pasar al molde: si es desmontable, podéis engrasar y enharinar sin más y echar la mezcla; si no, podéis usar papel de cocina (con la técnica-que-no-falla) y así desmoldáis sin problema.
Hornear unos 45 minutos a 170ºC - o hasta que al pinchar con el palillo, éste no salga pringado.
Si os apetece probar a hacer la confitura de naranja, veréis que queda supercalifragilística la combinación:) No se tarda mucho, sólo en lo que se pelan los gajos de las naranjas y después, el tiempo que tarde en reducirse el almíbar. Yo lo improvisé, y fue un espectáculo..Lo prometo! (☞ Este ☜ fue el resultado del experimento)
Gracias por seguir ahí, al otro lado de la fantasía. Gracias por vuestros comentarios (aunque sea así de desastre y apenas os los agradezca), por vuestras visitas y por el entusiasmo del que llenáis este sitio. Lo recibo todo en un abrazo, aunque parezca que a veces la que dibuja es invisible. Y a veces hasta lo sea.
Desde el corazón.
Hoy decido ponerme la risa encima y levantar ese suelo, con dos pies nada más. Aunque, chico naranja, sabes que tus pies y los míos no juegan según las reglas...incluso cuando las manos y los corazones se hacen muecas...
Día 1
♡