Dado que la palabra estrella de
la sobremesa del otro día fue "pimiento" (o sea "chúshki"), decidí que continuaría con mis memorias búlgaras enganchando desde ahí. Así hacéis repaso 😬 Hoy es sólo el preludio, que tampoco soy tan trabajadora como se creen muchos. La siguiente vez, la chuleta.
Hoy aprovecho que
la anterior dibu-receta bulgariana queda muy rica con pimientos asados y he decidido dejar grabado en el espacio virtual un momento que se repite ya todos los años en casa de mi abuela materna, que es la que vive en el pueblo (soy de los afortunados que quedamos de tener abuelos de ciudad y abuelos de pueblo, algo que forja un carácter bastante despiadado, para bien o para notanbien..).
Mi abuela Tsesta en otra vida fue general, dicho esto puedo continuar.
Los pimientos asados ❤️ ..qué debilidad...
Sin embargo, son de esas cosas que te apetecen como muy repentinamente, y que no se pueden "improvisar". Porque, al fin y al cabo, algo más de tiempo sí piden en comparación con hacerlos en sartén, rehogados o en ensalada.. Como con todo, cuanto más difícil, más amor. Los pimientos asados difíciles no son, pero inmediatos tampoco. Y como los hace mi abuela del pueblo, son antiinmediatos. Al no tener el asador de pimientos que se suele usar allí para estos casos, desde que la recuerdo los hace así como lo veis arriba.
Un verano, ante los cubos y cubos de pimientos que había que asar (para los kilos y kilos de conservas que había que hacer....porque para mi abuela hacer poco es inaceptable), decidimos intentar convencerla de probar a asarlos en el horno. Eso no fue posible, por supuesto. Hasta que se fue a dormir la siesta, tras repetidas promesas y demostraciones de que sí sabíamos lo que teníamos hacer para asar
correctamente los pimientos (que después pasarían por el control de calidad, por supuesto). No es que nos creyera que estuviéramos suficientemente cualificadas para tan exigente tarea - pero como abuela que es, al fin y al cabo, acaba cediendo ante el sueño de por la tarde (risa malévora). Se puso el despertador y se recostó en el cuarto del fondo. Dejando la puerta entreabierta, para no bajar la guardia del todo.
Una mirada de complicidad, horno al máximo...Cual dos soldados transgresores, mi madre y yo inflingimos fríamente la jurisdicción de las conservas de pimientos, y metimos todos los que pudimos a asar - a la manera hereje. Que dure la siesta, quedurelasiesta 🙏🙏🙏 Sudábamos no por el calor de verano, no. Por miedo a que la intuición de acero de la abuela Tsetsa no la despertara antes que el reloj. La abuela es de esta especie de humanos que tienen un reloj implacable como órgano adicional, y siempre, siempre, siempre saben la hora exacta. Y eso jamás, jamás, jamás se anuncia como información sin consecuencias.
Nos dio tiempo a salvarnos de unos cuantos cubos de trabajo. Cuando sólo la alarma humana:
"¡¡¡LOS PIMIENTOS!!! ¿¿EStÁIS MIRAnDO LOs piMiENTOS????"
Así son los veranos del pueblo.
Todo esto, por decir que me gusta pelar pimientos asados. Lo que no me gusta es ir al grano, está claro. El otro día, que garabateé
el cómo se pelan pimientos en bata, me quedé con ganas de dibujar el proceso bien. Porque resulta que pelar pimientos puede ser muy terapéutico (diréis, sí claro..como fregar platos...pues oye, conozco a quien le relaja fregar platos... No vive aquí, pero existe).
En fin. Unos friegan, otros pintan bodegones o corren 10 kilómetros (uf)... Yo pelo pimientos. Es mi botón de reset. Pones la peli, empiezas, y como que tu cerebro se apaga por completo. Creo que pasa también cuando se tejen bufandas. Pero sólo tengo un cuarto de bufanda hecha desde el 2010, no estoy segura si funciona. O lo mismo es la tele.... que funciona igual sin pimientos. Ahora tendría que reescribir todo..
Bueno, aquí lo dejo. Buscad vuestro botón de reset, que es muy útil reiniciar a cada cierto tiempo. Y hoy es día 13, perfecto para reinicios.
¡Salud!
☀️